LAS DIFICULTADES DEL APRENDIZAJE

        El proceso de aprendizaje es diferente de un individuo a otro. Para algunos resulta más fácil el aprendizaje de símbolos y palabras; para otros las actividades relacionadas con los aspectos de coordinación psicomotriz. Sin embargo, éstas diferencias son las que determinan el nivel de dificultad para el aprendizaje en cada individuo, lo cual es preciso que sea conocido para poder diferenciar los aspectos con incidencia en tal proceso, sin generalizar tales factores, sino más bien haciendo una separación según las características específicas de cada individuo. Existen trastornos particulares del aprendizaje que pueden estar ligados a diferentes variables las cuales, si se conocen, pueden ayudar a facilitar su corrección según la necesidad específica del individuo.

        En nuestro sistema educativo existe una gran cantidad de niños y niñas con necesidades especiales, las cuales deben ser identificadas y diferenciadas según su estructura particular: recepción (órganos receptores), integración (sistema nervioso) y expresión (verbal o motora). Cada una de estas necesidades tienen aspectos que aislados cumplen una función específica, pero integrados estructuran el propio proceso de aprendizaje. Sin embargo, se debe tomar en cuenta que existen causas ligadas al entorno del niño o de la niña, como los conflictos familiares, la situación social, la carencia afectiva y otras, las cuales también son determinantes para el éxito o fracaso del proceso de enseñanza y aprendizaje y deben ser manejadas con mucha eficiencia por parte de los educadores, con el propósito de que se puedan cumplir todas las metas y competencias del proceso. Con relación a esto se debe tomar en cuenta también que el propósito del aprendizaje es fijar los conocimientos y destrezas que permitan al individuo  desenvolverse en su entorno según los parámetros de conducta  y desempeño establecidos y aceptados por la sociedad.

        En función de lo anterior, el rol de los docentes es determinante para nivelar a los educandos (más allá de las dificultades para el aprendizaje) de tal forma que tales diferencias (específicas o no específicas)  puedan ser superadas en el más alto porcentaje o proporción del total de los casos, tomando siempre lo positivo de cada niño, incentivándole por lo que sepan hacer, de manera que ellos mismos sean generadores de la superación de sus propias carencias o deficiencias que dificultan el correcto logro de su aprendizaje.

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